miércoles, 1 de junio de 2011

2º PARTE. LAS PRIMERAS EMPRESAS MINERAS. (Breve repaso histórico sobre la minería del carbón en la comarca)

Fueron muchas, y en general de poca entidad, las compañías que se formaron a mitad del siglo XIX, tales como la “Unión Amistosa”, “La Junior”, “La Fusión” o “La Hullífera”. Aunque la primera empresa minera de que se tiene noticia fue la Compañía de Los Santos, que tomó su nombre de la sierra donde tenía sus primeras minas, que por cierto no eran de carbón. 

La importancia primordial que el carbón estaba tomando en la economía del país y la concesión de la línea de ferrocarril, hace que los grandes capitales nacionales y extranjeros dirijan su atención al Valle del Guadiato. Al amparo de la Ley de Minas de 1849 se forman compañías poderosas, llegando algunas de ellas a acaparar el 25% de las concesiones mineras al poco de su formación. Es el caso de la “Sociedad Especial Minera La Manchega, Bética y Vizcaína” formada por la fusión de tres compañías pertenecientes a los más poderosos capitales de Sevilla, tales como las familias Pickman o los Luca de Tena. 

Entre 1870 y 1880 la Sociedad Especial Minera La Manchega, Bética y Vizcaína junto con las sociedades “Larios, Heredia y Loring” y la “Hullera y Metalurgíca de Belmez” controlan el 80% de la cuenca, estando el 20% restante en manos de otras decenas de compañías como por ejemplo la “Bedel Frères”, “La Mixta” o “La Anglicana”, y de algunos particulares. 

La realidad es que algunas de estas compañías, carecían en general, de medios o recursos suficientes para iniciar una explotación rentable, y al amparo del auge de la minería, se limitaron a especular ferozmente con las concesiones, como es el caso de la Manchega, Bética y Vizcaína que, siendo propietaria de más de setenta minas, obtuvo enormes beneficios de especular con ellas, no habiendo extraído jamás ni un solo kg de carbón. 

Esta atomización de la cuenca perduró hasta casi finales del siglo XIX, dando lugar a explotaciones marcadamente diferenciadas en cuanto a sus métodos de trabajo, su estilo de construcción, el origen de sus maquinarias, ect. Precisamente esta misma atomización hacía difícil el establecimiento de una compañía solida que iniciase unas explotaciones a gran escala. 

La compañía Unión Ferro-Carbón, de Madrid, en la que el omnipresente financiero de la época, el marqués de Salamanca también participaba, intentó sin éxito agrupar varias compañías para reunir un número suficiente de minas que sirvieran de base a sus ambiciosos proyectos, entre los que se incluían la construcción de dos altos hornos. 

Otro grupo de financieros, principalmente andaluces y franceses intenta la misma jugada. Tras dos intentos fallidos en 1855 se crea la Fusión Carbonífera y Metalífera de Belmez y Espiel. Su consejo de administración lo encabezan cuatro grandes de España: El Duque de Veragua, presidente del Senado; El Conde de Puñoenrostro, mariscal de campo y senador; El Duque de Abrantes y de Linares, senador; Y el Conde de Lalaing y Balazote, también senador. Otros personajes linajudos, principalmente militares y diputados forman el resto del Consejo. De ellos, dos son los fundadores de la sociedad: Manuel Gil, vecino de Córdoba y propietario de varias minas, y el parisiense Prosper Besnard de Volney. El principal accionista de la sociedad fue el Conde de Torres Cabrera, de Córdoba, que aportó en un principio 12 millones de reales. 

En Belmez, la fusión se hizo con el conjunto minero de Cabeza de Vaca y Santa Isabel, en el mismo límite del casco urbano. Estas minas fuero una de las explotaciones de más importancia y más antiguas y productivas de la cuenca. Se abrieron numerosos pozos, principalmente en Cabeza de Vaca, y se levantaron los edificios auxiliares. Junto a las minas se instalaron también hornos de cok y fábricas de briqueta, de las cuales aún se conservan restos.

PRÓXIMO CAPÍTULO:  3º PARTE. DE LA SOCIEDAD HULLERA Y METALURGICA DE BELMEZ A LA S.M.M.P

No hay comentarios:

Publicar un comentario